5 de abril de 2011

MIENTRAS TENGA UN LÁPIZ Y UN PAPEL


Las fiestas terminan, las luces se apagan, las risas acaban... pero las palabras nunca se liquidan.
Escribir y leer es uno de las dones más grandiosos que tenemos, la mente produce miles de ideas a la vez, y poder plasmarlas en un papel, definitivamente es una dicha.
Porque las palabras son el desahogo del alma, la apertura y el fin de un capítulo, son nuestro reflejo, lo que somos y más aún lo que pensamos. Sin embargo, nos distraemos fácilmente, nos concentramos en las insignificancias del día a día, y no detenemos nuestro caminar para escucharnos.
Se trata de aprovechar ese espacio y tiempo que llamamos “soledad” para atrapar esas palabras que se nos escapan al viento y convertirlas en la voz que necesitamos escuchar, por eso, mientras tenga un lápiz y un papel, la soledad no existirá.