Durante décadas la atención a las personas con Discapacidad se basó en paradigmas de hombre útil o inútil, apto o no apto, sujetos de rehabilitación establecidos por los profesionales que los atienden. El ejercicio de sus derechos estaba condicionado al tipo y grado de deficiencia focalizado en el individuo y basado en la intervención del equipo profesional. El médico disponía lo que debía hacerse y decidía el grado de integración, deberes y derechos, etc. La sociedad, por su parte, participaba con sentimientos de conmiseración y mediante la práctica de la caridad en el intento de pagar sus deudas pecaminosas ante el Todopoderoso. Este modelo de atención ha llevado a la marginación, la mendicidad, el abandono y el aislamiento de una población de ecuatorianos que ha bordeado el 10 al 14% de la población general. Actualmente, según cifras de INEC 2010, el Ecuador contaría con un número alrededor de 1.640.000 ciudadanos que adolecen de algún tipo de discapacidad leve, moderada o grave, con mayor incidencia en poblaciones de riesgo (niños, ancianos, mujeres); la gran mayoría de ellos no tienen acceso e igualdad de oportunidades para una atención de rehabilitación digna y humana por motivos de orden político, normativo, estructural sistémico, socio-cultural, etc., y la vigencia de políticas y estrategias gubernamentales incoordinadas y excluyentes. CECB
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